Morderse los dedos en el whatsapp

Los centros educativos están comenzando a preocuparse por el mal uso que hacen los padres del whatsapp. De manera espontánea, las familias de una misma clase forman un grupo en whatsapp con la intención de gestionar la relación con el colegio, compartir información de forma rápida o resolver dudas. Hasta ahí, bien. El problema surge cuando el grupo se convierte en un corrillo on line donde cabe todo y se mezcla la información relevante con cotilleos, invitaciones a fiestas, opiniones a quemarropa, valoraciones de profesores, descalificaciones en caliente… 

whatsapp 2

(tomado de la sección blogs de la web www.aceprensa.com)

Los conocidos corrillos de padres a la salida del cole se han convertido en grupos de whatsapp con una dinámica muy peligrosa que lleva a hablar de lo que no toca y a decir lo que no hay que decir y a quien no corresponde. El grupo obliga, y algunas madres, por culpa del whatsapp, confiesan que se han convertido en la agenda de sus hijos.

Además, un grupo así diseñado tiene muchas posibilidades de generar un tipo de gregarismo tecnológico que diluye la responsabilidad: “lo han dicho por el grupo”, “se comenta en el grupo”, “lo han pasado por el grupo”… Aunque queda grabado el nombre de quien escribe, el que lo hace “está en el grupo” y actúa como miembro del grupo.

Lejos de favorecer la comunicación con la escuela, los corrillos de whatsapp de padres la ponen en riesgo. Los malentendidos se multiplican. La información circula cerrada sobre sí misma y retroalimentándose con cientos de comentarios sin control alguno, lo que hace que no llegue, si fuera necesario, a quien debiera llegar: al tutor o a los responsables del centro.

El móvil puede sonar un centenar de veces al día: ¿cómo no mirar si el whats es del grupo de la clase de mi hijo?, ¿y si han cambiado la fecha del examen?, ¿y si hay algún aviso importante?, ¿y si han anulado tal actividad?… El grupo nos ha engullido: si no estás en él eres un mal padre, una mala madre.

No estamos contra las nuevas tecnologías, sino contra su mal uso. Un grupo de clase puede ser algo positivo si lo utilizamos bien, si tenemos en cuenta algunas normas elementales de educación tecnológica, como son:

  • Sólo compartir en el grupo la información necesaria y pertinente a la finalidad del grupo. No añadir comentarios que no vienen al caso, ni enviar vídeos, fotos, chistes…
  • Por supuesto, respetar la intimidad propia y ajena. Vale la recomendación de no hablar mal de quien no está, en este caso, en el grupo.
  • No provocar ni alentar rumores y, si los hubiera, tener la valentía de denunciarlos.
  • Siempre es mejor decir las cosas a la cara y a quien corresponda. Mejor que comentar en el grupo: “Esto habría que decirlo”, es decirlo a la persona adecuada.
  • De ninguna manera te conviertas en la agenda de tu hijo, no le quites las responsabilidades que le corresponden a él, así no lo estás educando.

Si consideras que el grupo es nocivo, siempre puedes “salir” del grupo. Dada la fuerza centrípeta del gregarismo, no es fácil dar este paso, pero a veces no queda otro remedio para romper, si fuera el caso, la dinámica perversa que presentan algunos corrillos whatsapp.