¿Introvertido o extrovertido?

Las celebraciones de Navidad y Año Nuevo pueden excitar a un niño hasta dejarlo eléctrico y aterrar a otro al extremo de transformarlo en una garrapata que no suelta a su madre. Los mejores psicólogos del mundo han escrito sobre este tema derribando mitos y enseñando a reconocer y tratar a los introvertidos y extrovertidos.

Por Teresa Arteaga, de Hacer Familia Chile

Para muchos padres resulta angustioso que su hijo, capaz de contar chistes en la casa, se esconda debajo de la pollera de la mamá cuando se enfrenta a desconocidos o incluso cuando va a la casa de los primos. Muchos llegan a pensar que su hijo necesita algún tipo de evaluación psicológica, porque en Occidente -según explican muchos autores- el patrón de moda es una personalidad extrovertida. Sin embargo, la realidad es que hay muchas personas, sobre todo muchos niños, que no calzan con ese modelo. Lamentablemente algunos profesores insisten en la necesidad de que “socialicen más”, “que sean líderes” y los papás, por su lado, temen que ese rasgo (que erróneamente consideran timidez) los perjudique en su éxito en la vida.
El tema es tan inquietante para los padres, que actualmente existen varios libros escritos por destacados psicólogos norteamericanos dedicados a derribar mitos, a explicar lo que significa ser extrovertido o introvertido y finalmente, a valorar lo bueno y malo de cada forma de ser.

Derribando mitos sobre la in(ex)troversión

MITO 1: SE NACE INTROVERTIDO O EXTROVERTIDO
“En primer lugar, introvertido y extrovertido no son datos definitivos como el tipo de sangre de una persona”, escribe Jerome Kagan, autor del libro “El temperamento y su trama”. Explica que la mayoría de los seres humanos contienen una mezcla de ambos y muestran diferentes aspectos de sí mismos en diferentes situaciones. Por esta razón, el mismo niño con pánico escénico en la fiesta de fin de año, puede darse vueltas de carnero en una reunión familiar. Pero además, aclara Jerome Kagan, alguien que actúa en forma introvertida a los 4 años de edad, puede parecer todo lo contrario veinte años después.

MITO 2: LOS INTROVERTIDOS SON CALLADOS, LOS EXTROVERTIDOS HABLAN MUCHO
Laurie Helgoe, también psicóloga y autora del libro “Poder de la Introversión”, aclara que los términos introvertido y extrovertido suelen ser mal usados, para nombrar a personas calladas o muy habladoras. Pero en estricto rigor estos términos deberían aplicarse para describir cómo las personas recargan energía: algunas, las más introvertidas, pasando tiempo a solas y otras, las extrovertidas, a través de la interacción. Los avances de la neurociencia, además, enseñan que el centro de recompensa del cerebro responde de manera distinta en personas introvertidas y extrovertidas. Para los extrovertidos la recompensa está sobre todo en el exterior, en el entorno, a diferencia de los introvertidos.

Mito 3: SER O NO INTROVERTIDO ES MÁS GENÉTICO QUE CULTURAL
Kenneth Rubin, profesor de desarrollo humano en la Universidad de Maryland y autor de “Cultura y desarrollo social” señala que eso es falso. Mientras los padres occidentales educan a sus hijos para que sean los más sobresalientes del curso, en China se estimula la actitud reservada de un preescolar. En la adolescencia, los jóvenes americanos pueden desafiar a sus padres delante de sus amigos, asunto que es muy difícil que ocurra entre los orientales porque va contra su cultura.

CÓMO TRATAR A UN NIÑO INTROVERTIDO

• Respeten su necesidad de tiempo a solas. Resistan el impulso de llenar de actividades su fin de semana creyendo que así van a mejorar sus habilidades sociales, dice Martí Olsen Laney, autora de “La ventaja del Introvertido”: Cómo prosperar en un mundo extrovertido.
• Lleguen a las reuniones familiares o con amigos, más temprano que los demás. Así su hijo puede acostumbrarse de a poco a la multitud.
• Describan las situaciones sociales de antemano. “Este año iremos a celebrar el Año Nuevo a la casa de los primos, donde estarán otros niños que quizá no conozcas pero que después de unos minutos serán tus nuevos amigos”.
• Ayúdenle a salir del estrés social. Si en medio de una reunión ven a su hijo(a) muy aterrado por el familión, rescátenlo por un rato. Según informa Jerome Kagan, varios estudios han demostrado que algunos introvertidos secretan cortisol, una hormona liberada durante momentos de estrés, por lo que es aconsejable no presionarlos en situaciones sociales.

Lo bueno y lo malo de cada modo de ser

Es posible que si tu hijo es extrovertido sepa defenderse mejor si lo molestan en el colegio; pero también es más probable que llegue muy seguido a la casa con anotaciones negativas por no callarse nunca en clases.
Y tal vez si tu hijo es introvertido, frecuentarás menos la emergencia de la mutualista porque no andará como loco en bicicleta. Pero quizá pase un tiempo largo antes de hacer buenos amigos.
Lo importante, dicen los autores de estos libros -best sellers en el mundo-, es que aprendas a conocer mejor a tu hijo, para saber cómo tratarlo y por sobre todo, para aceptarlo como es.

CÓMO TRATAR A UN NIÑO EXTROVERTIDO
• Reconozcan su necesidad de hablar. Háganle saber que ustedes entienden que quiere compartir sus pensamientos y aunque deben enseñarle a la vez a respetar a los demás, díganle “espera un minuto, ya llegará tu turno de contarnos algo”. Eso aliviará su ansiedad por expresarse.
• Enséñenle a pasar algún rato a solas. Incluso los niños muy activos y sociales necesitan descansar y un modo de hacerlo es incentivándolos a pasar al menos una hora al día escuchando música o leyendo. Es bueno preguntarles después de esta hora: “¿Sientes como tu cuerpo está más relajado ahora?”.
• Marquen límites claros. Los extrovertidos pueden ser agotadores y por eso hay que explicarles que deben respetar la necesidad de silencio y soledad de los demás. A un niño de 4 años ustedes pueden decirle: “Ya no escucho nada, mis oídos se llenaron”. Y a uno mayor pedirle: “¿Lo puedes escribir para leerlo cuando esté más descansado?
• Den refuerzo positivo. Los extrovertidos pueden actuar impulsivamente. Cuando demuestran dominio de sí mismos es muy bueno reconocerlo para alimentar esa conducta. De hecho, algunos investigadores creen que los extrovertidos pueden ser más sensibles a la dopamina, una sustancia química secretada por el cerebro cuando nos anticipamos algo entretenido. Una persona extrovertida tiende a centrarse en las posibles recompensas de una acción, por ello es bueno reforzar actitudes en que demuestran fuerza de voluntad.
• Estimulen sus intereses. Aunque este consejo es apropiado para cualquier niño, los autores de todos estos libros señalan que los extrovertidos suelen aburrirse antes y cambiar más de actividades. Que tengan hobbies y desarrollen talentos es un modo de ayudarles a centrarse y a entretenerse solos.